martes, enero 29, 2008

Know Thyself - Parte III

¿Conocerse?. Cambiar.
No voy a clamar inocencia. No voy a pretender que todo termina bien, tampoco.
Todo estaba muy difuso con P. Yo me despreciaba al ser malo con ella, pero no podía - quería parar. Los celos, el desamor, la falta de comunicación me empujaban a ejercer en ella la presión que menos soportaba, las preguntas, las interrogaciones, exigir. Yo me daba cuenta y me odiaba por ser así, pero para mí era necesario, tenía que sacar las cosas adelante. En el proceso moría por dentro al hacerla sufrir. En los peores momentos incluso me encontré a mi mismo lastimándome físicamente para paliar de algún absurdo modo el otro tipo de dolor, y la cegadora contradicción que me deshacía. De algún modo u otro eso también pasó, llevando a otro período errante y gris, donde todo parecía ser normal, y donde ya no se discutía nada. Y yo me despreciaba, otra vez.
Con el nuevo año la figura de P.S. se hizo recurrente. La figura de P.S. invitando a todos a sumergirse. Para mí ella era frívola. Para ella yo era aburrido. Cierta vez me dije "¿qué más da?" me sumergí, y me sentí bien. Hay cosas que no pasan hasta que no pasan. Después de años de saber que el otro existía, recién en ese momento de ambos lados hubo un "ah, pero no era tan...". Y a la vez, de ambos lados la vaga atracción física tomó un cariz distinto. Y otra cierta noche, en la cual todo pasaba rápido como en un clip musical hubo un beso, y varios "nunca" se transformaron en "ahora".
Yo me creía cauterizado. Esas cosas en teoría no me daban culpa. Yo no me sentía en falta. A lo sumo eran autodestrucción, como los cuchillos. Pero rápidamente me dí cuenta de que esto no era cualquier cosa. Conscientemente decidí ignorar las alarmas, y "hacer las cosas bien" dentro de lo malo que estaba haciendo. Fallé estrepitosamente. Algo nos juntaba una y otra vez. A pesar de saber que íbamos a terminar heridos los dos, cedíamos y cedíamos. Aparentemente al amor no le importa lo pelotudo que uno pueda ser.
Mientras tanto ella lo buscaba en otros chicos, y yo quería pretender que lo de fondo era P., pero en realidad no había más que eso.
En el interín hablamos muchísimo. Yo le mostré quien era, y ella casi sin darse cuenta me ayudó como nadie lo hizo antes. Me dijo cosas que me permitieron darme aire, me dijo que lo más difícil es saber darse cuenta de lo que uno quiere. Y yo la quería en mi vida, como fuese.
El día que me dijo "esto es una cagada" y se fue de veras, me digné a hacerme cargo. Como buen hijo del rigor, tuve que verla irse para darme cuenta que la quería al lado mío, y no como amiga.
Le hice daño incalculable a P. por mí, pero el verdadero daño había empezado hace mucho. Si me sirve de algo, no la dejé por P.S., la dejé por el bien de los dos... de los tres acaso.
Y esta es "otra vida", como dijese C. en algún momento. Pero yo soy el mismo. Me conozco un poco más, pero cambiar me cuesta. P.S. ya lo sabe, y creo que su paciencia tiene un límite, aunque no lo conozcamos (ni lo queramos conocer). Hay miedos míos, inseguridades que son difíciles de digerir. Y ella odia explicarme lo mismo dos veces... Yo ya no me desprecio, excepto cuando vuelvo a presionar y a hacer cosas que, por más infantiles que parezcan, necesito para comenzar a entender qué alimenta a mis miedos.
Si me preguntan... confío en mí. Ya no me siento desorientado, y eso vale mucho. Estoy orgulloso de haberme hecho cargo de mí, por más patético que eso suene. Y eso no es todo, ni mucho menos. Pero es un principio.
Conocerse. Cambiar.

Etiquetas: ,

1 Impresiones:

Blogger P pensó que

Cuento breve:

Mr. Firglebinkle me pidió que le cuide la casa hasta que regrese. Me dio un manojo de llaves y me advirtió: nunca utilices la llave dorada, nunca abras la puerta trasera. Cuando volvió, le devolví las llaves intactas.

9:03 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home