jueves, enero 25, 2007

JWUHIY? (Julia, Riskcord y yo)

- Por favor, lean el post anterior, que es mucho más trascendental -

Ahora sí.
Corría el año 2000, mi quinto y último en el Illia. Yo ya estaba en etapa de chico que disfruta la vida, pasada la tormenta de 4to año. En aquella época chateaba en Copetel. Entre mis interlocutores habituales estaba Jui, que casualmente iba a mi colegio. De hecho, ella era mi contacto favorito. Era más pequeña que yo, 14 contra mis 17. Acaso esté de más aclarar que no parecía.
Un par de semanas después de conocerla en el chat, la curiosidad me pudo y quedamos en vernos durante un recreo. Bueno, no voy a describirla, pero puedo decir que era muy muy hermosa. Más que cualquier otra chica con la que haya estado hasta entonces. Era muy especial. Seria, delicada. Mucha onda.
La noche del sábado siguiente la encontré en el chat. La invité a salir. No la dejaron. Insistió, y se peleó con sus padres. No la dejaron. Intentó escapar. No la dejaron.
El lunes en el segundo recreo la encontré en el pasillo y le dije que nos encontrábamos a las 5 en la puerta. Así fue que salimos a caminar por la calle Córdoba (que se merece un papelito, y lo tendrá) y nos besamos en el patio de una casa de piedra.
Lo que siguió fue un mes saturado y confuso, lleno de alegría, como presurizado. Color rosa y negro, como ella, y con gusto a limón y tutti frutti, como ella. Por primera vez en años yo no tenía un problema.
Cierta noche fuimos a ver a Aria al espacio Nave, en el subsuelo del teatro Auditorium (Aria era una banda de metal clásico de mi colegio que hacía furor... en mi colegio. Llegaron a telonear a Rata Blanca, lo que no sé si es bueno o es malo). Recuerdo perfectamente la lluvia e ir en el colectivo feliz, escuchando el Foxtrot de Genesis en mi walkman.
Julia estaba un poco distante. Nos encontramos con mi amigo Hamlet (Adrián). Ella me dijo que habían llegado dos conocidos suyos. Los fuimos a saludar. Una chica que no recuerdo, y un pibe alto, con cara de despiste y vestido con onda. No como yo, militante por años del buzo y jean... me afirmaba básico, realmente no me interesaba la ropa. Ahora me doy cuenta que me vestía horrible. En ese momento usaba el pelo largo, una remera y arriba una camisa abierta. Ya era mucho para mí.
Cuando empezó el recital ella me dijo algo de irse un rato con sus amigos. Yo me quedé con Adrían, no sin rezumar un poco de bronca, ¿qué estaba pasando?.
Terminó. Salimos a la vereda y le pregunto dónde quería ir a tomar la cerveza que habíamos planeado. Me dijo que se iba con sus amigos.
Como muchas otras veces en las que me equivoqué (ya postearé Recuerdos del Futuro III), me obligué a pensar que estaba todo bien, y que no había de qué preocuparse. Lo miré al flaco y luego a ella. Le pregunté si me tenía que preocupar. Me dijo que no y me besó. Y le creí.
Una semana después, al salir del colegio, me dijo que tenía que hablar conmigo. Me contó de lo que pasaba con este chico. No puedo decir que no lo había imaginado.
Me fui y caminé mucho. Y me costó más de un año y la existencia de C. para olvidarme de Julia.
Año siguiente, primer día de la facultad. Me senté al lado de Marcelo, un poco nervioso, un poco expectante. A punto de comenzar la clase, entra por la puerta un pibe alto, con cara de despiste. (No puede ser!).
Hoy Riskcord, Pablín, es uno de mis más queridos amigos. Agradezco que Jui haya roto mi adolescente corazón, porque eso me permitió conocer a este gran chico. No me soprende que sea tan parecido a mí. Y no me soprende que Julia lo haya hecho sufrir acaso más que a mí. Esta amistad puede parecer una ironía, pero de hecho para mí tiene mucho sentido.

JWUHIY? es JUI WHY ? intercalado. Era la inscripción en el identd de Pablo en el chat. El jura que no quería decir eso, pero yo se que sí :)

martes, enero 23, 2007

Terror Absoluto

Estaba durmiendo, creo. Un sueño ligero tal vez. Ya era temprano en la mañana. Recuerdo demasiado poco sobre lo que sucedió, pero lo suficiente como para saber que fue relevante. De un modo u otro comencé a sentir temor. Un temor puro, por ponerlo de algún modo. Sin fundamento. Un pánico creciente, blanco, agobiante. Terror incontrolable que llenaba todos mis espacios y que se hinchaba exponencialmente. Trascendió la barrera de lo soportable. No lo puedo describir realmente. Lo más característico era la vacuidad de toda razón. Por eso mismo lo llamé el Terror Absoluto.
Sin embargo, eso no fue lo verdaderamente importante. A la vera de la locura, hice algo. Imposible de determinar qué. Pero desde mi interior surgió algo que sólo puedo describir como una luz arrasadora. Una energía intensísima que barrió el Terror Absoluto, y por un instante me elevó adonde nunca antes había estado, y me mostró una alternativa, una meta. Fue lo exactamente contrapuesto al terror. Paz, alegría, fuerza. Soy consciente de que fue mi propio esfuerzo lo que lo logró. Es muy difícil de describir, esto queda demasiado incompleto, y es triste porque realmente me gustaría que lo entendiesen.
Desperté muy impactado. Sabía que lo que me había sucedido no era algo ordinario. Por alguna razón sigo pensando que eso fue muy importante, y sobre todo muy real. Tal vez más importante y real que la cotideaneidad. Lo que me quedó, más allá de estos recuerdos frágiles, es la certeza de que tengo que seguir buscando eso. No sé como, pero tengo que investigarme. Tengo que encontrar esa luz de nuevo.
Muy extraño.

viernes, enero 12, 2007

El Illia

Mi secundaria la hice en el Colegio Arturo Illia de Mar del Plata.
Sin emitir juicios de valor, se puede afirmar que es un colegio bastante particular. Su lema es (o solía ser) "libertad con responsabilidad". Entre sus características se hallaba el trato no condescendiente con el alumno, cierta independencia, por la cual uno debía manejarse en algunos aspectos como en la universidad, la enorme carga horaria, la alta exigencia académica, y el fuerte sentido de pertenencia por parte de los alumnos. La gran mayoría no odiaba el colegio, lo que es mucho decir. Estábamos ahí de 8 a 5 de la tarde... y aun así nos quedábamos por propia voluntad después de hora en el colegio. Charlando en el patio, en el teatro a tocando el piano o revoleando cubos de telgopor, leyendo en la biblioteca, en talleres optativos, jugando al fútbol en el gimnasio o a la vuelta, tomando algo en la estación de servicio... te quedabas, la pasabas bien.
Es difícil de explicar, había muchos elementos que fomentaban este sentido de pertenencia. Como para todas las cosas, también había extremistas. Gente con tanto cariño que daba para mirarlos de costado. Esto generaba algunas reacciones adversas; conozco muchos detractores del "espíritu Illia". A mí me era indiferente en realidad. Yo lo disfruté a mi manera.
Claro que no todo era tan idílico. Como ya dije, estaba la exigencia. Pero también estaban las sociopatías. En un colegio con examen de ingreso, donde todos tienen un "número" (yo entré 30 o 31, no me acuerdo), la competencia es inevitable. Por más de que a uno no le importe, va a haber muchos desgraciados a los que sí. Y claro, el temita de la popularidad. No tan "cruel" como en las películas yanquis, pero presente, estaba el tema de quien es in y quien es out. Los que están en todos lados, a los que los conoce todo el mundo, y a los que no los conoce nadie. Y en el medio, una masa de complacientes, por supuesto. Pero lo bueno del Illia es que había lugar para todo el que quisiera tomarlo, de hecho. Si eras punky o ñoño o retro o dibujante o literato o deportista o dark (antes de 5to, cuando ya era "in" vestirse de negro y hablar de cine) o lo que sea, encontrabas gente como vos, e incluso podías hablar de lo que te gustaba con algún profesor copado (de esos había 50% digamos, lo que está muy bien) y recibir su apoyo. Era muy difícil ser un verdadero outsider, porque, aceptémoslo, era un colegio de outsiders por más fashion o estrellita deportiva que fueras. Las sociopatías las sufríamos todos, pero en definitiva, todos juntos.
Está de más decir que me marcó, y que hizo gran parte de lo que soy hoy. Para mí el balance fue muy positivo...

En el Illia aprendí muchas, muchas cosas
Esos cinco años los viví con verdadera intensidad
Mediante el Illia viajé a muchísimos lugares muy hermosos... innumerables
El Illia me hizo descubrir Genesis, Jethro Tull, ELP, Bobby Dylan
El Illia me hizo escuchar de nuevo a los Bealtes
Por el Illia toco la guitarra
Gracias al Illia canté Beatles a voces, y estuve en Cairolib!
En el Illia conocí por primera vez gente parecida a mí
Y claro, del Illia son todos mis amigos que son como yo...... excepto Riskcord y Val, a quienes de todos modos probablemente no hubiera conocido sin el Illia
El Illia me dió a Pablo, a Marcelo y a C.

- Sin el Illia no sé como hubiera hecho para encontrar a P. -

Hacer la secundaria en otra parte tal vez hubiera sido bueno igual.
¿Pero es casualidad que el Illia tenga que ver con todo lo que más me gusta de mi vida?

miércoles, enero 03, 2007

Recurrente

¿Quién no ha tenido sueños recurrentes?
He aquí el primero que recuerdo:
Generalmente era una habitación, o una casa de colores pálidos, como crema, verde agua, etc. La iluminación era siempre como de día nublado. Lo más cumún era que en un determinado momento un sueño que hasta entonces había sido normal, incorporase esa visión repetitiva.
Silenciosamente, empezaban a aparecer cruces. Pequeñas cruces semejantes a las del Calvario. En todas partes: las paredes, el cielo, el piso. Cada vez más. Y lo más importante, este fenómeno me llenaba de terror. Nada podían hacer mi mamá, mi abuela o quien estuviese presente. Las cruces aparecían sigilosamente y yo alcanzaba los límites tolerables del miedo. Justo cuando era más insoportable, despertaba angustiado.
Creo que esto me sucedió por algún tiempo hasta los 6 años.
Recuerdo muy bien la última vez. Estabamos en el exterior de una casita con techo de paja, algo así como una granja. Otra vez dominaban el gris y el verde agua. Las cruces comenzaron a aparecer, suspendidas en el aire. Otra vez el miedo. Pero en esa ocasión, quizás por tener un mayor grado de conciencia dentro del sueño, decidí hacer algo. Me acerqué a una de las cruces, y la examiné con detalle. Soprendentemente, al hacer esto la cruz se desvaneció. Entonces, muy aliviado les dije a mi mamá y a mi abuela: "miren! si se acercan las cruces desaparecen!". De ese modo, una a una fueron borrándose. Así se resolvió mi primer sueño recurrente.
¿Todo sueño recurrente tendrá solución?